Enseñar el subjuntivo es un reto apasionante y que nos va a exigir mucho aprendizaje. No en vano el profesor Roberto Veciana ya buscaba en 2003 un método para enseñar el subjuntivo a sus alumnos de Portsmouth (véase el artículo “Ahora el subjuntivo”, en la segunda parte de la noticia en:
Como hablantes nativos del español no solemos percibir lo difícil que puede resultar su aprendizaje. El subjuntivo simplemente nos ha penetrado a través de la piel, lo hemos interiorizado, lo utilizamos sin esfuerzos y sin necesidad de pensar en cada momento el valor que pueda transmitir. Como nativos (y por paradójico que pueda sonar) usamos nuestra lengua sin haber reflexionado sobre determinadas reglas gramaticales. ¿Acaso nos ha costado horas de estudio y memorización de reglas saber cómo y cuándo usar “ser” o “estar”? Sabemos que lo correcto es decir “estoy contenta”, pero no todos podríamos, a bote pronto, explicar por qué no se puede decir “soy contenta”. ¿Conocemos al dedillo todos los valores y matices del subjuntivo? Probablemente no. Sin embargo, sabemos que se dice “ojalá me toque el Gordo este año”. En el aprendizaje de nuestra lengua materna el porcentaje de esfuerzo reflexivo es mínimo. Es cierto que en el colegio aprendemos un sinfín de reglas gramaticales, memorizamos no pocos paradigmas verbales, hacemos análisis sintácticos y morfológicos, pero ese proceso no suele exigir una tarea de reflexión sobre la propia lengua. No nos interrogamos sobre los porqués de ciertos fenómenos lingüísticos porque, o bien pensamos que son demasiado evidentes (todos los que nos rodean hablan así), o bien no hemos sentido esa necesidad (no nos ha hecho falta pagar un caro peaje de reflexión para hablar nuestra lengua).
Creo que es muy probable que un docente de ELE no nativo sepa responder mejor y más rápidamente a cuestiones del tipo “¿por qué se usa el verbo estar o el ser en tal frase?”, “¿cuáles son los verbos que presentan una diptongación en el presente de indicativo?” que un docente nativo. ¿Por qué? Pues porque esa persona no nativa ha ido pasando por todos esos tortuosos caminos en su trayecto de aprendizaje del español. Tengo compañeras francesas que enseñan ELE y siempre me dicen que en la universidad el temario del SER y ESTAR ocupaba más de 200 páginas y se dedicaba casi cuatro meses solo a este aspecto de la lengua española. Lo mismo se podría decir del subjuntivo.
No sé si os resultará llamativo, pero me resulta más sencillo explicar las razones gramaticales que se esconden detrás de cualquier fenómeno lingüístico del francés que encontrar respuestas a muchos interrogantes acerca de por qué decimos X y no Y en mi propia lengua. La razón: en la interiorización de la lengua francesa el peso del esfuerzo reflexivo fue enorme. Antes de hablar, necesité saber no solo qué y cómo decir, sino también comprender las razones de las elecciones que tomaba en los enunciados que emitía.
Como nativos tenemos intuiciones, mientras que los no nativos que hablen bien nuestra lengua quizás tengan más “razones”, es decir, conozcan mejor todas aquellas reglas que les han costado tanto y que a nosotros nos resultan aparentemente sencillas. Será la formación específica como docentes de ELE la que nos va a proporcionar esas herramientas de reflexión de nuestra lengua. ¡Cuántos de nosotros no habremos dicho “¡ah, pues esto no lo sabía o nunca me lo había planteado!” al leer los apuntes de gramática! Enseñar nuestra lengua nos ayuda a amarla y a conocerla más íntimamente, nos invita a adentrarnos en sus entrañas pues necesitamos dotar nuestra intuición de razones para responder las cuestiones que nos plantean nuestros alumnos. No basta saber que X es correcto, hay que conocer las razones y saber transmitir esos conocimientos de una forma didáctica (y lúdica también).
En cuanto al papel del docente como facilitador del proceso de aprendizaje del subjuntivo (y de cualquier otro contenido en general), estoy plenamente de acuerdo con lo apuntado por mis compañeros. Por muy buenos y versátiles que puedan ser los manuales ELE, no encontraremos nunca un manual que se ajuste totalmente a nuestras necesidades y a las características de nuestro alumnado. El manual se puede tomar como material guía y referencia, no como una solución absoluta a todos nuestros problemas en la preparación y desarrollo de las clases. Será tarea del docente detectar las carencias del manual, buscar medios para paliar esas lagunas y desarrollar ideas y técnicas “objetivas” para que el subjuntivo deje de ser un problema insalvable.
Me gusta definir nuestra profesión como un trabajo que tiene su toque de artesanía. Somos artesanos en la medida en que a partir de una materia prima bruta (un documento real cualquier que nos hemos encontrado y que ha hecho encender una bombilla en la mente y nos ha dado una idea de explotación didáctica) y a través de una técnica de manipulación, lo transformamos en material para nuestra clase. Ese material les va a servir como un ladrillo más a nuestros alumnos en su andamiaje.
La mejor forma de aprender cualquier contenido lingüístico es verlo en su contexto y luego usarlo. Ese contexto debe ser significativo, representativo de un determinado uso del contenido gramatical que enseñamos y, no menos importante, debe resultar atractivo y de interés para el estudiante, además de contener algún plus (me refiero a que con eso se aprenda no solo la gramática en uso sino también algún otro contenido, por ejemplo, de cultura y civilización). Cuando escojo un material o recurso para mis clases, valoro su actualidad, pertinencia y la adecuación al público meta. Con internet resulta más sencillo ese trabajo de investigación “a la caza de materiales para explicar X o Y”. Me gusta trabajar con canciones (http://inspanishplease.es/index.php/blog/nivel-b/cantar-de-otro-modo), publicidad, cómics, poemas (http://deamorypedagogia.blogspot.fr/2010/05/vueltas-con-el-subjuntivo.html), fragmentos de emisiones televisivas, series y películas, entradas de blogs,…
Debemos mostrar a los estudiantes que los contenidos que aprenden responden a necesidades de comunicación reales. Deben aprender el subjuntivo porque es un modo que se usa a diario cuando hablamos y si no lo conocen habrá cosas que no podrán expresar. Si ellos no perciben esa necesidad, creerán que no vale la pena el esfuerzo. Me acuerdo una anécdota que me pasó como estudiante de francés. La profesora estaba explicando el “passé simple”. Después de soltar todo el “rollo” de cómo se formaba, dijo que muy pocas veces se utilizaba ese tiempo en el lenguaje oral y que con el passé composé era suficiente para mantener cualquier conversación. Entonces una compañera le dijo: “si casi no se usa, ¿para qué tenemos que aprenderlo?”. Sin necesidad, no habrá motivación. Por eso es interesante dar abundantes muestras del uso del subjuntivo para dejar clara su utilidad.