Yo hago lo que usted no puede y usted hace lo que yo no puedo.
Juntos podemos hacer grandes cosas...
Madre Teresa de Calcuta
Trabajar en equipo en la red se está convirtiendo en uno de los principales objetivos de muchos cursos. En esta reflexión voy a comentar la experiencia que tuve cuando realicé el curso de “Habilidades digitales de gestión de proyectos para responsables en entornos docentes” del Instituto Cervantes.
Todos los participantes hemos tenido que crear o recrear nuestra identidad digital y, a partir de ahí, nos hemos ido conociendo en pequeños grupos de cinco. La cita a ciegas se hizo en forma de hangout, previa quedada en el foro oficial. En la primera toma de contacto no sabíamos muy bien qué teníamos que hacer ni qué se esperaba de nuestro trabajo. No podían faltar las dificultades tecnológicas: en mi caso, fui una especie de fantasma porque nadie me podía ver ni escuchar, solo leer mis pintadas en la pared (in other words, leer lo que escribía en el chat). Pese a esos tropiezos iniciales, logramos esbozar un primer borrador del proyecto. Transcurridos unos cuantos días de ajetreo en los que los miembros del grupo no coincidimos en ningún rincón del ciberespacio, recurrimos al foro para organizar una segunda reunión y repartir tareas.
En esta ocasión sí estuve presente en carne y hueso (léase: en voz e imagen). Todo iba bien hasta que Mademoiselle Tecno nos gastó sus bromitas en forma de interferencias sonoras. Por momentos me creía en medio de la película Los pájaros. Afortunadamente superamos esa trampilla y logramos comunicarnos de forma óptima. La reunión se cerró con el reparto de responsabilidades y un acuerdo de cómo nos iríamos comunicando hasta el final del proyecto. El balance ha sido positivo, sobre todo porque no era tarea a priori fácil: cuatro personas que no se conocían, alejadas geográficamente, con horarios y ocupaciones distintos, reunidas virtualmente con el fin de imaginarse y coordinar un proyecto online a partir de unas cuantas instrucciones y medios. Pienso que hemos sabido sacar el máximo rendimiento del tiempo y del esfuerzo invertidos.
Claro está que esta experiencia ha sido solamente una primera toma de contacto, un entrenamiento, una especie de juego de rol para aprender que hoy ya no existen las barreras geográficas en ninguna esfera, ya sea en las relaciones personales, en las académicas o en las laborales. Me refiero a que podemos cultivar enormes amistades con gente que está al otro lado del globo y compartir tantísimas cosas (y lo digo por experiencia propia). Podemos igualmente aprender, formarnos y cultivarnos sin acudir físicamente a ningún centro académico. Tenemos también la posibilidad de realizar teletrabajos, vender nuestros productos, contactar con clientes, ofrecer todo tipo de servicios sin limitarnos a la superficie geográfica de nuestra ciudad. Por lo tanto, cualquiera de nosotros podría tener que organizar un evento, realizar un proyecto, planificar una reunión con un grupo de personas que estén en las antípodas. Conocer las herramientas y los medios más eficaces para hacerlo es un plus.
Todo trabajo en equipo exige una excelente coordinación para que cada pieza funcione correctamente y se inserte adecuadamente en el engranaje. Los engranajes virtuales comparten muchas características con los “cara a cara” (es decir, con los equipos que trabajan de forma presencial, digamos), pero los primeros implican una serie de dificultades dado su especial naturaleza. Os propongo diez remedios caseros para hacer que la virtualidad no solo no sea un problema sino que además se considere como una oportunidad:
1. Prepare las reuniones virtuales teniendo en cuenta las características propias del medio.
2. Si en los encuentros con medios tradicionales lo de “lo bueno si breve dos veces bueno” es bastante necesario, en la virtualidad es imprescindible. Sea conciso, claro y preciso.
3. Tenga en cuenta siempre las reglas sociales del ciberespacio: http://www.bbmundo.com/article/etiqueta-virtual-%C2%BFeres-educada-en-el-ciberespacio
4. Cuando la tecnología le juegue alguna mala pasada, tómese una dosis extra de paciencia, respire y piense tranquilamente en alguna alternativa.
5. La puntualidad no es exclusiva de los encuentros en persona. Una vez fijados el día, la hora y el medio, trate de respetarlos.
6. Cuando una persona esté hablando, exponiendo un tema o planteando una situación, préstele máxima atención y cuando surja el momento de demostrar que ha seguido el hilo de la exposición, no dude ni un segundo en hacerlo, el poniente se lo agradecerá (así verá que no estuvo hablándole a una nube pasajera).
7. Es muy importante el papel del mediador o coordinador. Sin él toda reunión virtual podría ser un caos.
8. Sea flexible y tenga en cuenta que muchos nos movemos en un medio en el que estamos aún peces. Además, no hay que olvidarse de la velocidad vertiginosa en la que evolucionan las herramientas y medios. Lo que hoy es lo máximo de lo máximo, en cuestión de meses podría estar desfasado. Consecuencia: siempre habrá algo nuevo que experimentar, algo nuevo que aprender a manejar, algo nuevo al que acostumbrarse. Lo bueno: el reto y el apasionante viaje que conlleva el proceso de aprendizaje compartido.
9. Saque el máximo partido de las ventajas que ofrece las webreuniones, sea creativo e innovador.
10. Y por último, hago alusión a la cita de la Madre Teresa de Calcuta que abría esta reflexión bloguera. Quizás usted no sepa hacer algo que sí lo sabe el compañero (por ejemplo, no sabe cómo compartir su escritorio en un hangout), y seguramente habrá algo que domine a la perfección pero que al otro no le salga bien. Pues, no se preocupe, es precisamente en esto que consiste el trabajo en equipo: piezas distintas, con funciones diversas, pero que solo funcionan cuando se coordinan.