Un paso más, avanzas.
Otra impronta que dejas
en la laberíntica senda
donde se pierden tus pasos.
Ligera el alma,
libre el corazón,
mientras de todo lo que queda atrás,
simplemente, te alejas.
Un latido más, respiras.
Otro soplo que exhalas
y traspasa la etérea coraza
que, invisible, rodea tu cuerpo
mas no aprisiona tu alma.
Vacía la mente,
lleno el espíritu,
mientras de todo lo que te ahoga,
sencillamente, te desprendes.
Un parpadeo más, te despiertas.
Otra mirada que lanzas
desde el catalejo de pretéritos
hacia un horizonte de futuros.
El ayer es un fotograma en blanco y negro,
El mañana, un caleidoscopio borroso.
Al escuchar el eco de tus pensamientos,
sonríen tus ojos,
lloran tus labios,
mientras de todo lo que temes,
simplemente, te liberas.
Una caricia más, te sosiegas.
Otra melodía del cuerpo
que hace bailar el espíritu
y se te eriza el corazón.
Un segundo es la vida,
una eternidad los recuerdos
tatuados en tus manos
imborrables en tu piel,
mientras lees tus huellas, escribes tu sombra.
Una lágrima más, te curas.
Otra gota de nostalgia
que encharca la memoria
y hace mares en ti.
Oleadas de anhelos,
espumas de desencantos
que cavan recovecos
en las arenas de tu reloj,
mientras escurren los segundos, los momentos se detienen.
Avanzas,
sin lastres que te frenen.
Respiras,
sin sollozos que te ahoguen.
Te despiertas,
sin angustias que te turben.
Te sosiegas,
sin lenitivos que adormezcan tus aflicciones.
Te curas,
sin cataplasmas que cautericen tus heridas.
Aceptas que la vida
también se escribe con palabras que hieren,
que en la oscuridad
la luz se refugia,
que en el silencio
la música descansa,
que la tristeza más honda
pare versos eternos,
que la finitud de la existencia
refuerza el valor del ser,
y que lo que somos
no es sino lo que se espeja en el alma.
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